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#REFLEXIÓN · Memocracia: “El poder de la memoria”.

Hace ya varios años ha quedado atrás esa visión enciclopedista de la Historia, que decía que debíamos aprenderla  por el simple hecho de tener cultura general. Siempre, incluso cuando estudiaba la carrera de profesor, me hizo mucho ruido esa idea. No parecía demasiado útil. 

Al principio no sabía bien qué pensar, quizá porque no tenía otra respuesta a su utilidad. Parecía que debía aprenderme de memoria próceres, fechas y batallas sin más. Sin embargo, y por suerte, con el paso de los años comencé a entender de los debates historiográficos, de historiadores que con las mismas fuentes llegaban a conclusiones totalmente enfrentadas. Y fue durante esos años que pude comprender que, como el presente, el pasado también tiene sus propias luchas, y dentro de ellas, sponsor mediante, la discusión sobre su propia esencia. ¿Para qué sirve la historia? ¿Sirve la historia? ¿Es una ciencia o un discurso? Si es una ciencia, ¿debe ser neutral? Y si es un discurso, ¿Qué me puede aportar? 

Por estos días, gracias a una fuerte movilización social que recurre de forma permanente al pasado, la visión enciclopedista de la historia ha sido desterrada, sin embargo, eso no quiere decir que no corra peligro. Cuando agudizamos el oído, solemos escuchar en algunos canales de televisión, en Twich, Tik Tok e Instagram, discursos que disfrazados de personajes verborrágicos, expresiones divertidas e ideas meritocratas no hacen más que estimular un imaginario en donde lo único que importa es el futuro, que no hace falta remover el pasado, y que las naciones fuertes y grandes se construyen mirando hacia adelante. 

Con esa misma idea de desarrollo,  progreso y amnesia, el 24 de Marzo de 1976 la argentina sufrió, nuevamente, un golpe de Estado. Digo nuevamente porque el espectro democrático de nuestra nación estuvo cargado de violentas y sucesivas interrupciones. Durante esos años la amnesia fue la política de un estado empresario que, manejado por el poder económico concentrado del país, controló, desde el terror, el miedo y la persecución a todo el sector combativo de una sociedad que tenía muchas causas por luchar; y por otro lado,  con la complicidad de los medios de comunicación como Clarín y La Nación, manipuló a la otra parte de la sociedad civil que había visto con buenos ojos la llegada de los militares al poder. 

El último Golpe de Estado en la Argentina no puede comprenderse sin prestar atención al contexto general mundial y latinoamericano en particular. En un mundo dividido bajo la lógica del mundo bipolar y la guerra fría, el capitalismo de la libre competencia vio en su único competidor una amenaza urgente de aplastar. El sistema alternativo, conocido como comunismo, logró calar hondo en la sociedad latinoamericana que más que por sus propios méritos, se coló entre los intersticios de la propia lógica del funcionamiento capitalista. El desarrollo de las grandes naciones europeas y norteamericanas, se había conseguido gracias a la explotación de recursos naturales y mano de obra barata de países latinoamericanos que más que los beneficios del progreso, sufrían sus consecuencias. 

Para la década del 70, América latina era el epicentro del combate a los problemas del capitalismo. Las luchas por terminar con la pobreza y la desigualdad eran el común denominador en las tierras BolivaroSanmartinianas. Los Nadies que describiría el escritor uruguayo Eduardo Galeano se habían organizado, y cansados de tanta miseria, estaban dispuestos a combatir. Pero el combate fue feroz. De triunfar, estas revoluciones desarticularían la lógica del capital transnacional. ¿Dónde se producirían ahora esas zapatillas con salarios de $1 dólar mensual? ¿De donde se extraerían los recursos naturales que mantenían en funcionamiento las máquinas y el movimiento de mercancías y capitales? Por estas cuestiones, digo que el combate fue feroz. En América Latina  esa ferocidad tomó forma de un Cóndor que  volando desde Norteamérica, con sus garras levantó por los aires a la subversión y a cualquier idea de otro mundo posible. 

Fue en ese contexto que, el miércoles 24 de Marzo de 1976, en la Argentina se instaló un gobierno militar comandado por los servicios de inteligencia de EEUU conocido como Plan Cóndor.  Durante el primer día, este gobierno instaló el Estado de sitio en todo el país, removió todos los poderes ejecutivos y legislativos que habían sido elegidos por voto popular, cesó las cortes de justicia nacionales y provinciales, suspendió la actividad de todos los partidos políticos, intervino los sindicatos y toda organización obrera, prohibió los derechos de huelga, anuló las paritarias del trabajador, instaló la pena de muerte e impuso un estricto control de información con una fuerte censura de prensa, artistas y textos educativos. 

La dictadura militar de 1976 no vino a matar comunistas asesinos como popularizó la teoría de los dos demonios. Vino a reorganizar la sociedad argentina en su totalidad para que la lógica del capital mundial volviera a funcionar. Endeudar al país para abaratar la mano de obra en dólares, abrir las fronteras comerciales para darle mercado a los grandes capitales, defaultear las finanzas para comprar tierras y recursos naturales a bajo costo. Y entre todo eso, eliminar a todo aquel  que se interpusiera en su camino. 

Los DESAPARECIDOS de ayer son el espejo de la desesperación del capitalismo que vio en Bolivia, Cuba, Chile, Uruguay y Argentina su miedo a desaparecer. Los DESAPARECIDOS de hoy se distinguen por su género, y se da la casualidad que forman parte de un colectivo que pone en cuestión la lógica del mundo laboral capitalista, que en sus planes, tenía reservada para la masa femenina las tareas de cuidado.

¿Para qué sirve la Historia? Primero que nada, sirve para olvidar la amnesia de quienes intereses mediante, proponen un pasado inmóvil. También, sirve para conectar hechos que de ser analizados de forma aislada pierden sentido en el presente y por tanto carecen de utilidad. Sirve para conectar ideas y entender el funcionamiento de la sociedad. Sirve para desnudar intenciones y entender las intencionalidades de aquellos que manejan el presente. La historia siempre llega tarde, pero más que un defecto, esto en sí, es su máxima virtud, porque en su letargo, deconstruye las miradas apuradas y reconstruye  con categorías tan potentes que nos permiten actuar en el presente. 

El NUNCA MÁS  de los desaparecidos de ayer, debe servirnos para analizar la lógica de LAS DESAPARECIDAS  de hoy. MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA. Por los Desaparecidos de ayer, por las Desaparecidas de hoy. Por la lucha de  Madres y abuelas, por la lucha del colectivo de mujeres y de todos los colectivos que sufren los olvidos de este sistema. NUNCA MÁS, es, NUNCA MÁS.

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